martes, 2 de agosto de 2011

Cine II: "Felicidades" de Lucho Bender

No me gustan las revisiones de películas, creo haber escrito una alguna vez para algo, pero definitivamente no es lo mio, menos como lector. No conocía al director antes de verla y ahora me entero que se murió en el 2004, que mala leche. Se puede ver acá, si les interesa.
Soy un convencido de que las películas me gustan según el estado de ánimo que cargo y que me gustan más si estoy solo. Hoy mandé el trabajo final de semiótica y, pasado de vuelta de un par de días sin dormir, tenía que llenar la madrugada con algo ¿Alguna vez dije que me encanta mi departamento? Por eso salgo poco, además tengo patio con asador y eso siendo estudiante es como la veta madre. La gente viene a verme, no hace falta moverme mucho. Hoy tuve suerte.

Las actuaciones de Pablo Cedrón, Luis Machin, y muy especialmente de Marcelo Mazzarello no tienen precio. Gastón Pauls nunca me gustó, pero le encontraron un papel que le queda justo: de boludo. Actúa Cacho Castaña y siempre es un gusto ver al gordo Casero en una película de short y unas ojotas que le quedan chicas, aunque haga siempre el mismo papel (soy la única persona entre mis conocido que le gustó Todas las azafatas van al cielo).
La escena de la planta nuclear es increíble solo desde el punto de vista de las cámaras y el decorado. Hay unos giros en el argumento bastante absurdos que logran ponerte verdaderamente incómodo.
Un detalle mínimo que no tiene nada que ver con la historia caló en lo más hondo de mi sensibilidad. En el 92' (yo tenía seis años) cuando fuimos a Nicaragua mi viejo me regaló un póster de una guerrillera nicaragüense amamantando, que todavía tengo pegado atrás de la puerta de mi ropero. En la película aparece la misma imagen modificada en un contexto y con una finalidad totalmente distintas.


Lo curioso es que anoche había estado pensando un montón en cuando estuvimos en Nicaragua, y un recuerdo particular de ese lugar, borroso y un poco fantástico, como todos los recuerdos de chico. Después, ya de grande, la fachada del aeropuerto Augusto César Sandino en una escala que hizo el avión antes de Guatemala.

Me gusta el cine argentino, me hace sentir un pelotudo. Me parece que de eso se trata un poco, de la experiencia existencial y estética del pelotudo.
Que se yo, por ahí si fuera rosarino o porteño. Pero el fenómeno que nos toca es el mismo, ciudad más ciudad menos. Nací en el sur de Córdoba, en la puta pampa húmeda, todo lo que somos es una absurda extensión de tierra vacía que, en el fondo, nos hace cagar un poco de risa.
Unos pelotudos bárbaros.-

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