lunes, 23 de mayo de 2011

De porqué me niego rotundamente a ser un siervo de la gleba II

Porque además, si cambia el Señor Feudal, qué querés que te diga, yo me voy del feudo. No es cuestión de andar siempre atado a las cosas porque uno pertenece a la gleba y que la gleba esto y que la gleba aquello y que se yo. Uno se acostumbra a un gesto en el azote, a una forma del maltrato tan parecida al amor que casi ni te das cuenta de la diferencia.
Yo, lo que es yo, te digo: siervo puede ser, pero de la gleba ni en pedo.
Pasame un mate che, que tengo que ir a autoflagelarme.-

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